SUGARCRUSH nace de la mano de Kike (batería y coros), Carlos (bajo y coros) y Juanjo (voz y guitarra). Componen las canciones de este proyecto de garaje-pop noventero, que ellos mismos autodefinen como "precursores del trans-yeyé", entre todos. Ellos mismo lo explican así: "Kike aporta gran parte de los estribillos, a los que Carlos viste con arreglos y algún riff (otra cosa es que sean buenos, pero ya se encargan sus compis de hacérselo saber). Juanjo,
el más prolífico, musicalmente hablando, lleva mucha mierda al local
(también musicalmente hablando) de la cual se desecha bastante".
Bajo
esta fórmula facturan temazos directos a la vena, con letras un tanto
bizarras que abarcan un amplio abanico temático: desde secuestrar al
cantante de Maná hasta criticar a los principales festivales, "a modo de amor odio", porque "siempre son los mismos carteles, las bebidas a precio de sangre de unicornio y masificaciones para ver a determinados grupos", aunque aseguran que "en cuanto podemos, estamos deseando asistir como público".
En cualquier caso, su universo musical siempre es la representación de un verano de su infancia, devorando un Frigopie mientras en la tele ponían el Grand Prix, de Ramón García. En este periodo de pandemia no han parado quietos y han sumado a su larga lista de himnos coreables temarracos como: "Cuarentrena", "Odio Paris", "José Mari", "Sistema Patriarcal", "Cumpleaños", "Concepción Velasco" o el hitazo "La Fiesta".